jueves, 24 de marzo de 2011

EL PODER Y LA PALABRA.


Desde la noche de los tiempos, el ejercicio del poder ha estado íntimamente ligado al uso o abuso del lenguaje. Hoy el viento nos invita a hacer un viaje al mundo de las palabras dichas en voz alta y desde lo alto, de las palabras a veces diabólicas o a veces mágicas que han movido brazos y corazones, y que han transformado la existencia del ser humano a lo largo de los siglos. Viajemos, pues, al mundo de la oratoria.

Demóstenes sin piedras en la boca
Aunque oradores, probablemente los ha habido siempre, y en todas partes, la oratoria como arte y como disciplina nació en la Antigua Grecia, donde era conocida como retórica (de rhétos = palabra). Parece que su surgimiento estuvo relacionado con el ambiente judicial, en el que los abogados necesitaron desarrollar un arte especial a la hora de expresarse verbalmente ante los tribunales, con el fin de convencer a los jueces y ganar las causas. Entendida como el “arte del buen decir”, se dotó de un conjunto de reglas y recursos a la hora de construir el discurso, con el objetivo claro de convencer al público de los argumentos que expresa el orador. En la Atenas del siglo V a.C.,  fueron los filósofos sofistas sus principales difusores, y pronto encontró utilidad como instrumento político. Y de él se sirvieron tiranos y demócratas que buscaron el apoyo del pueblo para lograr sus fines tanto particulares como altruistas. De entre ellos brilló con luz propia Demóstenes (384-322 a.C.), político ateniense que pasó a la posteridad por la brillantez de sus discursos. Se dice que era tal su interés por la perfección en la oratoria que buscó la enseñanza de los mejores maestros de su tiempo. Incluso, se cuenta la anécdota de que, para superar sus problemas de vocalización ensayaba con piedras en la boca.

Este noble arte de origen helénico no pasó desapercibido entre las familias acomodadas romanas, que enviaban a sus hijos a aprenderlo a la propia Grecia, o se hacían traer maestros desde allí. Y no sólo lo asimilaron sino que, además, lo perfeccionaron. Y uno de sus grandes cultivadores fue Marco Tulio Cicerón (106-43 a.C.), quien, sin ser de familia aristócrata, logró alcanzar el consulado y acceder posteriormente al Senado gracias a que a su elocuencia natural añadió el virtuosismo a la hora de construir discursos.
Cicerón: "Los hombres se asemejan a los
dioses cuando hacen el bien a la humanidad
"

Con la caída de la República en Roma y la instauración del Imperio, la oratoria inició un período de larga decadencia que duraría muchos siglos. En la Edad Media, aunque la retórica se estudiaba como una de las principales disciplinas, ésta se utilizaba básicamente en la creación literaria, y tendremos que esperar hasta el Renacimiento para ver resurgir de nuevo la práctica del discurso.


Savonarola:"Prostituta falsa y 
orgullosa" (refiriéndose a la
curia romana)


En la Florencia del siglo XV, aquel hervidero de comerciantes y artistas, destacó como energético orador el fraile dominico Girolamo Savonarola (1452-1498). Preocupado por la pureza de la fe y la rectitud moral, criticó desde su púlpito el lujo desmedido en el que vivían los ricos, que derrochaban dinero en obras de arte, frente a la extrema pobreza en la que mal vivían miles de ciudadanos.  Y no sólo se negó a aceptar sobornos para callar su boca, sino que tampoco se reprimió al acusar a los  Médici  de corruptos y del propio papa Inocencio VIII  llegó a decir lindeces como que era  "el más vergonzoso de toda la historia, con el mayor número de pecados,  y reencarnación del mismísimo Diablo". Además organizó las conocidas como “hogueras de las vanidades”, en las que los florentinos estaban invitados a arrojar todo tipo de objetos de lujo, cosméticos y hasta libros considerados “inmorales”.



En la Francia revolucionaria de finales del siglo XVIII, la oratoria volvió a ser un arma de combate contra el poder establecido. Maximilien de Robespierre (1758-1794), abogado de profesión, fue sin duda uno de los máximos oradores de ese tiempo.  Conservamos algunos de sus discursos, escritos de su puño y letra, en los que demuestra un perfeccionismo extremo a la hora de construir sus argumentos. Aunque no contaba con una voz potente ni con una presencia física agraciada, logró convencer a las multitudes con la tremenda fuerza de sus razonamientos.
Robespierre: "El que pide con timidez se expone a que le nieguen lo que pide sin convicción"

De la mano de la conquista de las libertades, la oratoria fue adquiriendo en la época contemporánea un uso cada vez más frecuente. Y será en la primera mitad del siglo XX cuando viva su época dorada, coincidiendo con la profunda crisis de valores que se extendió por el mundo. Es la época de los grandes discursos dirigidos a las muchedumbres utilizando los nuevos medios de comunicación. Aprovechando la desesperación de la ciudadanía varios tiranos acceden al poder empleando discursos agresivos y demagógicos, y llenos de grandes promesas que buscaban ganarse el apoyo  de las masas.

Hitler y Mussolini alcanzaron el poder ayudados de una oratoria demagógica

Aunque no todos fueron así. Porque, por esta misma época, en La India, Mohandas Karamchand Gandhi   (1869-1948), que cultivaba una filosofía cercana al Jainismo, y a la espiritualidad tradicional hindú, logró convencer a millones de personas con su discurso sobre el respeto mutuo y la no violencia. Muchas de sus palabras dan fe de ello:



"La violencia es el miedo a los ideales de los demás." 


"No hay camino para la paz, la paz es el camino." 

"Un error no se convierte en verdad por el hecho de que todo el mundo crea en él." 


"En cuanto alguien comprende que obedecer leyes injustas es contrario a su dignidad de hombre, ninguna tiranía puede dominarle." 






Quizá el último gran orador del siglo XX fue Martin Luther King (1929-1968), activista norteamericano que luchó por los derechos civiles de la comunidad afroamericana, y que a los elementos de la oratoria clásica añadió el lenguaje y la expresividad propios de los pastores protestantes.
"Yo tengo un sueño"

Sin embargo, en los últimos tiempos, y después de esta era dorada, la oratoria como instrumento comunicativo ha ido paulatinamente cayendo en picado, y, con ello, la credibilidad de la clase política. Veamos algunas de las razones que explicarían este fenómeno:

Los lemas publicitarios han sustituido a los argumentos sólidos y la claridad de los objetivos.



Los discursos se han vuelto vacíos y repetitivos, y con ideas trasnochadas en las que nadie cree ya.



Los razonamientos lógicos han dado paso al espectáculo circense y al insulto fácil.


Y, en general, se observa un empobrecimiento del lenguaje y una infantilización de la expresión hablada.


Bueno, pero a pesar de esta decadencia, no hay que perder la esperanza en que lleguen tiempos mejores, porque la oratoria como arte sigue estando ahí, las palabras mágicas no han perdido su significado, y los motivos para usarlas tampoco faltan. Y como prueba de ello les dejo con estos tres vídeos. El primero corresponde a un discurso de Martin Luther King, el segundo a un discurso del presidente chileno Salvador Allende dirigido a los estudiantes de la Universidad de Guadalajara (Jalisco, México), y el tercero es el sublime discurso que Charles Chaplin pronuncia al final de la película "El Gran Dictador". No pierdan detalle.




  




Saludos.

jueves, 17 de marzo de 2011

JUNG, LA SINCRONICIDAD Y EL ESCARABAJO DORADO



La señora X, como cada mañana, aprovechando que su marido acababa de salir, decidió abrir la ventana para que la luz y el aire de la mañana renovaran la atmósfera de su dormitorio conyugal. Pero, al acercarse, la imagen que vio a través de los cristales la dejó helada. Temiendo lo peor, decidió acudir sin más dilación a la consulta del Doctor Jung, donde se estaba tratando su marido.

El psiquiatra y psicoterapeuta Carl Gustav Jung, al que los lectores de este blog ya conocerán por un artículo anterior, tenía como paciente por aquellos tiempos al señor X, y del que no quiso revelar su nombre por respeto a su privacidad. Sólo estaba aquejado de una leve dolencia emocional; no obstante, unos días antes, le había recomendado que visitara a su médico de cabecera porque se había quejado de molestias en el tórax y la garganta. La señora X, ya en su consulta, con un marcado tono de angustia en su rostro le preguntó si la salud de su esposo corría grave peligro. Jung, cariñosamente, intentó tranquilizarla al tiempo que le preguntó por el motivo de tanta preocupación. Y la respuesta de la mujer le llenó de curiosidad.



Ella le contó que esa mañana había visto una bandada de pájaros posada sobre el alféizar de su ventana. Lo mismo le había ocurrido justo antes de la muerte tanto de su abuelo y como de su padre, y ella lo interpretaba como una señal de luto inminente. Al poco tiempo, Jung supo que el señor X había muerto repentinamente por una lesión cardiaca, y decidió prestar atención a este fenómeno. Se dio cuenta de que este tipo de presagio personal de la señora X había sido acertado tres veces consecutivas, y empezó a preguntarse si este fenómeno tenía lógica.  Jung partió de dos premisas:


1.- La llegada de una bandada de pájaros no causa la muerte de ningún ser humano.



2.- La muerte de un ser humano no atrae bandadas de pájaros.



Como le fue imposible dar una hipótesis de una relación causa-efecto entre los dos fenómenos, intentó identificar un tipo diferente de relación. A lo largo de sus propias observaciones, consiguió individualizarlo como una especie de vínculo, escondido a la atención normal de la mayoría de la gente. Y lo llamó coincidencia significativa o sincronismo. A partir de ahí desarrolló su teoría de la sincronicidad, que puede definirse entonces como una coincidencia significativa de dos o más sucesos en la que está implicado algo más que el puro azar. Dicho de otra manera, sería una coincidencia en el tiempo de dos o más acontecimientos, que no estarían producidos por la misma causa, pero que tienen el mismo o similar significado. Sin embargo, este significado sólo es comprendido por la persona que lo experimenta, y quien lo percibe y le presta atención suele sentir una extraña relación entre su universo interior y el exterior. Aunque, bien es verdad, que no todo el mundo le presta atención a estas coincidencias.




¿A cuántos de ustedes no les ha pasado de estar hablando o pensando en algo y, de repente, se les aparece de frente algo o alguien que tenga que ver con ello?. Pues eso es la sincronicidad. No obstante, hay mucha gente a lo que esto le parece una tontería, como a otra paciente de la que nos habla el mismo Jung, una joven con una mentalidad muy racional con la que le costaba progresar en el tratamiento, porque se resistía a asimilar ciertas ideas que le proponía él:

“Una joven paciente soñó, en un momento decisivo de su tratamiento, que le regalaban un escarabajo de oro. Mientras ella me contaba el sueño yo estaba sentado de espaldas a la ventana cerrada. De repente, oí detrás de mí un ruido como si algo golpeara suavemente la ventana. Me di media vuelta y vi fuera un insecto volador que chocaba contra la ventana. Abrí la ventana y lo cacé al vuelo.”

Era un escarabajo dorado que inmediatamente entregó a la paciente, la cual, ante lo insólito del acontecimiento, comenzó a percibir el mundo de otra manera. Lo curioso es que para los antiguos egipcios, el dios Khefri, representado como un escarabajo, es una figura arquetípica relacionada con la transformación del individuo.

Jung, además, se dio cuenta que las sincronicidades ocurrían más a menudo en períodos de cambios en la vida de las personas, como señales o mensajes en los que el sujeto percibe estar conectado a una realidad superior que engloba la suya propia. Esta realidad es la energía cósmica. La física corrobora este principio: somos un microcosmos dentro de un macrocosmos. Los elementos que forman los astros más lejanos son los mismos que forman todas y cada una de las células de nuestro cuerpo. Del mismo modo, nuestra energía y la energía cósmica son una misma cosa
Lo curioso es que lo que Jung y otros investigadores contemporáneos han intentado explicar de forma coherente con el método científico, es lo que la espiritual tradicional ya tiene claro desde la noche de los tiempos. La energía cósmica no es otra cosa que el Pranah de los hindúes, el Ka de los egipcios, el Qi de los chinos o los “ríos de agua viva” de los que habla San Juan Evangelista.

Visto esto, nos cabe preguntarnos por el motivo mismo de la existencia de la sincronicidad. Albert Einstein, al hablarnos de un Universo en el que el espacio y el tiempo son flexibles, nos da una pista sobre la explicación a este fenómeno. Cuando golpeamos una bola en una mesa de billar, desencadenamos una sucesión de rebotes entre unas bolas y otras, de tal modo que podemos llegar a recibir unos segundos después la misma bola que hemos impulsado. Igualmente, en un Universo de espacio y tiempo flexibles, donde la energía es una misma en todos los rincones, y donde nuestra mente y la Mente Universal son también la misma cosa, cualquier pensamiento que generemos con un significado concreto nos traerá, de rebote, una experiencia relacionada con ese mismo significado.

Las personas que practican meditación esto lo saben perfectamente. Cuando la mente se libera de las cadenas del racionalismo y se abre al flujo de la energía cósmica, las sincronicidades se multiplican en su vida cotidiana. Y esto nos lleva a hacernos una última pregunta: ¿podemos generar una nueva realidad cotidiana, y no sólo individual sino también colectiva, cambiando nuestra manera de pensar?. Yo, personalmente, no tengo la respuesta, pero citaría una breve frase del Evangelio de Mateo, que nos puede hacer reflexionar: 


“Vosotros sois la luz del mundo”
 (Mateo 5,14)

Y ustedes, ¿qué piensan de las sincronicidades?, ¿han experimentado alguna vivencia al respecto que les haya dejado sin palabras?, ¿o les parece que todo esto no es más que una sarta de patrañas? (jajajá). Bueno, les propongo hoy esto para que lo piensen. Y  les dejo con tres vídeos. El primero nos escenifica la anécdota del escarabajo dorado de Jung, el segundo es un fragmento del programa Cuarto Milenio del canal Cuatro de España, y el tercero es una canción de Madonna: "Frozen" cuya letra tiene mucho que ver con este tema. 



Saludos.

viernes, 11 de marzo de 2011

LA PUBLICIDAD NUESTRA DE CADA DÍA


Aunque ya hemos entrado en Cuaresma, y lo que tocaría sería hablar de religión, no lo voy a hacer, pero casi. Y es que a la publicidad, igual que a Dios, se le atribuye el ser omnipresente y omnipotente o, lo que es lo mismo, está por todas partes y todo lo puede.  Si quisiéramos hacer un estudio conciso de su naturaleza divina y terrena tendríamos para una tesis doctoral, pero no es el caso.  Nos fijaremos tan sólo en aquello que resulte más llamativo.
La publicidad surge con las primeras civilizaciones, justo cuando hacen su aparición el comercio y la política.  Y desde entonces ya quedaron marcados sus dos principales objetivos: el informar de las virtudes de un producto y el dirigir la motivación del individuo hacia la adquisición de ese producto, o, dicho de otra manera, la publicidad busca esencialmente cambiar el dinero de bolsillo. En aquellos tiempos remotos la publicidad debió emplear sobre todo la transmisión oral, y pocos son los testimonios escritos. Uno que llama la atención es el hallado en un papiro egipcio que data del 1200 a.C.:



Éste no es el papiro, pero
queda bien como ilustración.
"Habiendo huido el esclavo Shem de su amo Hapu, el tejedor, éste invita a todos los buenos ciudadanos de Tebas a encontrarlo. Es un hitita, de cinco pies de alto, y de robusta complexión. Se ofrece media pieza de oro a quien dé información acerca del lugar donde se halla. A quien lo devuelva a la tienda de Hapu, el tejedor, donde se tejen las más bellas telas al gusto de cada uno, se ofrece una pieza entera de oro."




Como se observa, el tejedor Hapu tenía talento para los negocios. Pero no menos que los fenicios y los griegos, que construyeron su civilización en torno al comercio y emplearon ampliamente los reclamos publicitarios.  Un caso curioso es el de las prostitutas de Corinto, que usaban sandalias con la expresión “sígueme”  tallada a la inversa en las suelas, de modo que quedaba escrita como huella en la tierra cuando caminaban (¡sin comentarios!).  Más tarde, lo romanos, muy prácticos ellos,  aprovecharon lo mejor de cada cultura y lo incorporaron a la suya.  Así,  se dio un uso generalizado a las “marcas”, que ya se empleaban desde la primitiva Babilonia. Los panaderos, alfareros y herreros dejaban en sus manufacturas un sello identificativo que los distinguía de sus competidores. Destaca también el uso de los “alba”, que eran unos espacios encalados en las  paredes de determinados edificios en los que se podían dejar escritos con carbón mensajes comerciales o relacionados con la política,  como los miles que se han conservado en Pompeya.

Campaña electoral en Pompeya
También usaban los “libelli”, que eran unas hojas de papiro que se clavaban en las paredes conteniendo textos y dibujos que anunciaban diferentes eventos, siendo así los primeros antecedentes de nuestros actuales carteles. Los romanos, a su vez, utilizaron a la perfección el arte de la  “propaganda” (lo que ha de ser propagado),  sobre todo en la política: desde la acuñación de monedas con la efigie del emperador hasta la construcción de edificios monumentales.

Áureo con efigie de Alejandro Severo y el Coliseo en el reverso.
Durante la Edad Media, y hasta la Revolución Industrial del siglo XVIII,  pocos cambios se pueden apreciar. Durante este tiempo, el arte, tanto civil como religioso, estuvo íntimamente ligado a la propaganda política. Un ejemplo de ello lo encontramos en este cuadro de Boticelli: La adoración de los Reyes Magos (1475), una imagen que se colgó en uno de los mejores templos de Florencia. En él,  aparecen los principales miembros de la familia Medici (Cosimo, Pietro y Giovanni) en los papeles de Melchor, Gaspar y Baltasar. Teniendo en cuenta que no sólo acaparaban el poder en esta ciudad-estado, sino que, además, eran los dueños de la única mina que había en Europa de alumbre (un mineral usado para teñir tejidos), aparte de banqueros, no hay duda de que lo de “reyes magos” les venía que ni pintado.



Desde el siglo XIX hasta la actualidad, el desarrollo del comercio y la producción industrial a gran escala han determinado que la publicidad sea un recurso cada vez más utilizado. Las formas de hacer publicidad así como los soportes empleados son cada vez más variados. Y, ante todo, la publicidad contemporánea se ha servido de los medios de comunicación de masas para su difusión.  Y todo apunta a que en el futuro no habrá actividad pública o privada que no esté ligada de algún modo a la publicidad.



Pero de nada sirve la publicidad si no está bien hecha, bien pensada. Por tanto, un buen anuncio debe contener un reclamo irresistiblemente tentador.




Y no siempre necesita un lema o una frase original, porque los buenos de verdad se explican por sí solos.

Campaña antitabaco
"Efecto Axe"

Por otra parte, los publicistas son unos grandes expertos en el estudio de las costumbres y las particularidades de los grupos humanos a los que irán dirigidos los anuncios, y no sólo hoy, sino también en el pasado. Gracias a ello, mirando la publicidad de otros tiempos, podemos llegar a conocer cómo era el mundo real en el que vivían nuestros antepasados.  Y se pueden dar descubrimientos asombrosos:

Como que los niños se afeitaban antes de aprender a caminar.
Y, a edad muy temprana, ¡ya se inyectaban Bótox!.
En el colegio aprendían a leer y a fumar a la vez.
Las madres medían 3 metros de estatura, por eso se les tenía más respeto.
Pero los cosméticos eran muy pegajosos y tenían su peligro.
A las hermanas gemelas el tabaco les producía hematomas en los ojos.
Y la  furgonetas podían cargar con el peso de nueve feos.
Pero no todo era tan distinto. Porque también existían los viejos verdes.
Y la gente, igual que hoy, creía en los milagros.


Ya les digo, ¡hay que ver el mundo que nos descubren los anuncios!. Al principio dejé claro que este post no iba a ser de religión, pero quizás sí tenga algo de ello. Lo digo porque, de entre los millones de anuncios televisivos que han existido, yo he escogido dos, para finalizar, que de alguna manera están impregnados de fe. El primero nos enseña a creer en lo imposible y el segundo es un himno a la esperanza.




Saludos.

jueves, 3 de marzo de 2011

DOS VISITANTES DE LEYENDA: EVITA Y EL CHE EN ESPAÑA.

Encuentro de Eva Duarte y Franco en Barajas (Madrid)
A las 20:30 horas del domingo 8 de junio de 1947, un avión DC-4 de Iberia, en el que viaja la esposa del presidente argentino, aterriza en el aeropuerto de Barajas. Allí la esperan el jefe del Estado español, con el gobierno en pleno, y una multitud de espectadores. Esa noche, ya alojada en el Palacio del Pardo, María Eva Duarte de Perón (1919-1952), más conocida como Evita, pronunciará su primer discurso retransmitido por radio a todo el país. Es el comienzo de un viaje que le llevará por varios países de Europa. Pero, recapitulemos. Veamos primero cuál es el motivo y las circunstancias de esta visita.
Primer discurso desde el Palacio del Pardo

Cartilla de Racionamiento
En el año 1947, España padece las fatídicas consecuencias de una terrible guerra civil (1936-1939), y el haber permanecido aislada del exterior durante la Segunda Guerra Mundial (1939-1945). Aunque el dictador Francisco Franco ha puesto en marcha una política de reconstrucción de la economía, la realidad es que el país vive hundido en la absoluta miseria. La distribución de los alimentos básicos se realiza  a través de cartillas de racionamiento, y, en general hay escasez de bienes materiales de todo tipo. El gobierno dictatorial, además, es castigado por las potencias vencedoras de la guerra mundial por su apoyo al fascismo. Y, en virtud de  esto, la ONU instó a que se realizara un boicot diplomático contra España, que fue cumplido por todos los países a excepción de Portugal, Vaticano y Argentina. Juan Domingo Perón, presidente de la República Argentina, que en esos momentos es la tercera potencia mundial, se propone, además, y en contra del parecer de Estados Unidos y Gran Bretaña,  socorrer  económicamente a España.  Y decide enviar a su esposa y colaboradora como inmejorable embajadora de buena voluntad.  No obstante, para no tensar las relaciones internacionales,  la visita a España se “enmascara” en una misión por toda Europa que recibió el nombre de La Gira del Arco Iris, llamada así porque se pretendía tender un puente de concordia entre Europa y Argentina. 


Evita frente a la Plaza de Oriente


La llegada de Evita a España fue un acontecimiento de enorme peso histórico, no sólo porque  se firmaron acuerdos de cooperación económica sino por el profundo impacto social que llevó consigo.  En la mañana del domingo 8 de junio, Evita había hecho escala en Las Palmas de Gran Canaria, y allí ya se produjo el primer baño de multitudes. Durante 18 días recorrería toda España de punta a punta. Visitaría pueblos y ciudades, interesándose especialmente por las clases más desfavorecidas: obreros, campesinos y pescadores.  Y en todos los lugares se repetía la misma imagen: las muchedumbres se agolpaban al paso de la comitiva  y en los lugares donde paraba: todos querían ver a Evita, estar cerca de Evita y escuchar a Evita.
Evita en Las Palmas de Gran Canaria
Llegada a Toledo
Recepción en O Berbés, Vigo
Otra vista de la Plaza de Oriente
Discurso en Barcelona
En sus discursos, que a algunos les podría parecer de una demagogia aplastante, tiene palabras de consuelo, amistad y esperanza para todos.  Y estaban muy bien medidos y pesados, porque en ellos procura no hacer referencia directa a Franco ni a su gestión, sino que deja claro que Argentina acude en ayuda "del pueblo español" . De hecho, se sabe que, durante su estancia, las relaciones con el dictador, y especialmente con su esposa, Carmen Polo, fueron bastantes tirantes. Posteriormente declararía:

“A la mujer de Franco no le gustaban los obreros, y cada vez que podía los tildaba de "rojos" porque habían participado en la guerra civil. Yo me aguanté un par de veces hasta que no pude más, y le dije que su marido no era un gobernante por los votos del pueblo sino por imposición de una victoria. A la gorda no le gustó nada.”

El día 26 (jueves) pronuncia un mensaje de despedida por la radio y, por la tarde, en el aeropuerto del Prat de Barcelona, a las 15:50 horas, al pie de la escalerilla de un avión de la flota aérea argentina que la conducirá a Roma, Eva Duarte dice adiós a España (para siempre), y es despedida con una salva de 21 cañonazos.  Su estancia dejará un profundo recuerdo en la memoria colectiva.  En virtud de los acuerdos económicos, en los siguientes meses serían enviadas desde Argentina miles de toneladas de trigo, maíz y otros productos alimenticios, con una cláusula que permitía a España, si encontrara mejores precios en otros países, reajustar el acuerdo.


¡Adiós Evita!

En el otro polo nos encontramos la visita de Ernesto Guevara, El Che (1928-1967), porque pasó prácticamente desapercibida.  Existe constancia de que estuvo al menos tres veces en Madrid.  La primera fue el 13 de junio de 1959. Seis meses después del triunfo de la Revolución en Cuba,  El Che hizo escala en Madrid, camino de Egipto. No hubo recibimiento ni protocolo de bienvenida. El gobierno franquista le permitió que se paseara por la capital, como si de un desconocido se tratara, sin que le molestara la policía, pero seguido de cerca por los servicios de seguridad para evitar que contactara con la resistencia comunista española.  Vestido con el clásico uniforme del ejército cubano, tocado con la típica boina negra y con un enorme puro asomando entre sus barbas, así se paseaba el revolucionario por las calles de Madrid, aunque seguramente muy pocos lo reconocieron. Esa visita la aprovechó para conocer, además, una plaza de toros, la de Vistalegre, para pasear por la ciudad universitaria, por la Plaza de Oriente y el Palacio Real, y para conocer algunos barrios. De todo ello nos queda constancia gráfica.
El Che "ya ha llegado a Galerías"

El Che, Madrid  ¿y el tráfico?

El doctor Guevara en la Universidad Complutense

El Che sobre el albero de Vistalegre

Ya en septiembre, a su vuelta de este viaje, con motivo de la Cumbre de Países no Alineados, El Che volvió a hacer escala en España y pernoctó en el hotel Suecia. Esa segunda visita dejó la imagen inusual del líder guerrillero apostado en la barrera de la plaza de Las Ventas, tocado con su inseparable boina y rodeado de su séquito militar disfrutando de una corrida (¡de toros!).
En la plaza de toros de Las Ventas


De la tercera estancia no se enteró nadie, porque viajaba de incógnito. En la documentación que se le incautó al Che cuando fue detenido y asesinado en octubre de 1967, en Bolivia,  se le encontró un falso pasaporte uruguayo a nombre de Ramón Benítez, y en él se distinguen claramente los sellos de entrada y salida del aeropuerto de Barajas, que databan de octubre de 1966.



Y les dejo con dos vídeos alusivos a estos dos personajes de leyenda. El primero es una crónica de la visita de Evita a España, y el segundo es un vídeo-montaje en el que aparecen momentos de la trayectoria política de El Che, que tiene como fondo musical la canción “Carta al Che”, interpretada por el conjunto chileno  Inti-illimani, y compuesta por su compatriota Víctor Jara, otra leyenda.






Saludos.
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